Cupido nunca disparó su flecha

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Seguro que conoces la leyenda de Cupido y Psique. Cupido descubrió el amor un segundo antes de disparar su flecha. Era una flecha encantada que obligaría a su víctima a entregarse al hombre más horrible y ruin de la tierra. Pero cuando vio a Psique, Cupido se enamoró de ella y lanzó la flecha al mar.

Psique era la mujer más bella del mundo. Venus, la diosa de la belleza, estaba celosa de ella y mandó a la tierra a Cupido, su hijo, para que le disparara una flecha envenenada. Cupido no disparó y cuando Psique estaba dormida la secuestró para conquistarla. La amó con tal pasión que ella le correspondió en su amor.

Cupido no podía permitir que Psique supiera que era un dios. El amor entre mortales y dioses estaba prohibido. Por eso, los amantes se encontraban con una sola condición. Psique no podía ver a Cupido. A ella no le importaba. Ambos compartían noches de dulce pasión, y durante el día Psique disfrutaba de una vida llena de lujos y caprichos.

Venus no soportaba aquella unión. Las hermanas de Psique también envidiaban su pasión, y la convencieron para que mirara a su amante, insinuándole que podía ser un monstruo. Mientras Cupido dormía, Psique le iluminó con una vela. Se quedó deslumbrada por su cuerpo angelical y exquisito. Pero una gota de cera despertó a Cupido que, enfurecido, la abandonó.

La muchacha pidió ayuda a Venus para volver a reunirse con su amante, y ésta vio entonces el momento de su venganza. Impuso a Psique cuatro retos que tendría que superar para recuperar a Cupido. El más terrible fue el cuarto. Tendría que bajar al infierno y recuperar la poción mágica de Perséfone, con la que Venus conseguiría la belleza infinita.

Era una trampa. Psique no pudo resistir la tentación. Abrió el cofre de la poción mágica y cayó en un sueño mortal.

El triunfo del amor de Cupido

Júpiter, el rey de los dioses, intervino entonces para que triunfara el amor. Cupido llevó a Psique al Olimpo y le hizo probar néctar y ambrosia para hacerla inmortal. Para celebrar su felicidad, Júpiter pidió a sus hijas –las Gracias y las Horas– que llenaran la tierra de rosas. Así fue cómo los mortales conocimos el amor. Desde entonces, la rosa representa la belleza de la pasión.

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